Publicada en 1938 pero reescrita treinta años después, esta novela nos ayuda a explicar el ambiente que Rodoreda vivió en su juventud y nos acerca a sus circunstancias personales. También nos sirve para acercarnos a su primer personaje fuerte, esa chica indefensa pero dura, implacable y frágil a la vez. Aloma es la primera de una estirpe de mujeres rodoredianas que ven que hay una distancia insalvable entre lo que quieren y lo que se espera de ellas. A partir de Aloma, esta adolescente a la que hacen crecer de repente, explicaremos cómo podemos leer los desengaños y los aprendizajes amargos de esta protagonista.

Aunque no la publicaría hasta después de muchos años, Jardín junto al mar es la primera novela que Rodoreda se puso a escribir después de la guerra, y la escritora decía que era importante porque había abierto el camino a las otras. La novela es la historia de decadencia de un grupo de amigos contada a partir de seis veranos en una casa de veraneo. También es un tratado sobre los efectos destructivos que tiene el tiempo sobre las personas. A partir de los diversos personajes de este libro, veremos cómo Rodoreda construye un relato coral y qué arquetipos presenta a partir de esos amigos que ven como se hunde su mundo.

Colometa es probablemente el personaje más icónico de la literatura catalana y el que tiene el poder de convocar un imaginario más potente. Aunque La plaza del diamante es una novela visceral, la fuerza terrible del libro no se entendió a la primera. Rodoreda describe el caos y la frivolidad de la guerra y la devastación de la posguerra a partir de unos personajes que ni teorizan ni juzgan: simplemente viven. El equilibrio de fuerzas que hace Colometa para sobrevivir provoca que, en una caricaturización injusta, se le haya tratado de bobalicona. Pero Natalia es la sublimación de la guerra tal y como la mayoría de catalanes la sufrieron y, a causa de ello, con el tiempo conectaron con ella. En esta sesión trataremos de explicar, a partir de la lectura de La plaza del diamante, cuáles son los rasgos que hicieron que Rodoreda capturara tan bien el alma de un país en un personaje.

Joan Sales, el editor de Mercè Rodoreda, escribió que Espejo roto era "una avalancha de poesía de gran estilo, que te hechiza y te transporta como una sinfonía muy ancha y de una riqueza pasmosa desde la apertura". En esta novela, Rodoreda había conseguido contar el auge y la caída de una familia mientras narraba el auge y la caída de una ciudad, de una sociedad y de un país. También creó sus personajes femeninos más caleidoscópicos. La tríada de Teresa, Sofia y Maria Valldaura nos sirven para explicar los vínculos entre el siglo XIX y XX en el imaginario de Rodoreda, y para describir, como ella misma dijo sobre la novela, "aquel peso de nostalgia que tiene todo lo que ha vivido intensamente y termina".