El juego de luces y de sombras de las pinceladas de Caravaggio son una forma de mostrarnos la realidad y, también, la muerte. La biografía del artista está plagada de episodios agitados que contribuyeron a llenar de contenido y profundidad su obra. Abordar los temas que trató en sus cuadros nos permite reflexionar sobre la trascendencia de la vida y del final de los días en plena época barroca.

«¿Es posible que esto lo haya hecho una mujer?», se preguntaba Roberto Longhi. La respuesta es un sí rotundo. Artemisia Gentileschi usó la pintura para vengarse de su mundo, y en sus obras asesina y da muerte para sublimar su propio dolor. Ella no fue la única que asesinó con sus pinceles, ya que pintar para muchos ha sido la única manera de expresar la injusticia y la sinrazón.

Pintar lo corriente y lo mundano fue la meta artística de Courbet. La realidad sin tapujos se apoderó de su arte, y la muerte ya no aparece como algo sublimado o heroico. Morir es un acto humano más, y así quiso representarlo.

Perder a la amada deja un vacío en la vida que muchos artistas han querido llenar pintándolas. ¿Cómo podemos pasar nuestro propio duelo pincelada tras pincelada? Parece paradójico que el Impresionismo sea la explosión del color y de la pintura al aire libre y que, a la vez, la expresión de la muerte tome aquí el camino hacia la modernidad pictórica.