Seis excéntricos chinos
Seis excéntricos chinos
Del presente a la antigüedad
A través de seis creadores y pensadores singulares y heterodoxos chinos, transitaremos por tres periodos muy diferentes. Invertiremos la flecha del tiempo y viajaremos desde el presente hasta la antigüedad, pasando por el esplendor creativo del periodo clásico de los Tang. Y nos veremos reflejados en ellos.
Al margen de los esencialismos orientalistas y de las canonicidades esquemáticas, estos seis excéntricos nos revelan gestos cercanos y razones que nos dice y nos apelan aquí y ahora, a contraluz de cualquier insalvable exotismo chino
¿Quiénes son los seis excéntricos chinos?
Gao Xingjian 高行健. Como narrador, ensayista, pintor y autor teatral, destaca por una propuesta irrepetible y radical, concebida como una exploración personal sobre las voces de la conciencia, donde se sintetiza la experimentación y la tradición. Su exilio literario, al mismo tiempo sinófono y francófono, al mismo tiempo forzado y voluntario, su extemporaneidad estética y su radical independencia personal y política, le convierten en un excéntrico chino inquietante y revelador. Ganó el premio Nobel sin dejar de ser por ello un escritor ajeno a cualquier ruta previsible, canónica o comercial.
Hou Hsiao-Hsien侯孝贤. Los films del cineasta taiwanés tienen más que ver con la poesía que con la narrativa. A partir de unos guiones sabiamente trabajados con la escritora Chu Tien-Wen, la improvisación reiterada de las escenas y la cesión del protagonismo al ritmo, la luz, los planos de largo aliento, la textura del color y la sensualidad del relato visual convierten a sus películas en obras de arte que no se quedan ni un instante en el esteticismo decorativo: exploran los reversos de la historia, los conflictos sombríos y latentes, los vacíos hipnóticos del presente.
Zhang Xu張旭. Pasa por ser, junto con el budista Huaisu, creador de la caligrafía cursiva “enloquecida” o “salvaje”, kuang cao, bajo el reinado del emperador Xuanzong de Tang, en el siglo VIII. Apodado Zhang el Loco, forma parte de los “Ocho dioses del vino” inmortalizados por el gran poeta Du Fu. Pese a haber ocupado algún cargo público, cultivó una actitud abiertamente marginal respecto a las convenciones sociales. Asimismo, pese a ser un maestro indiscutible de la caligrafía regular, sus obras más radicalmente desbocadas son las que, aun hoy, hacen de él uno de los grandes heterodoxos del arte chino.
Li Bai李白. Poeta de la ebriedad lúcida y extática, que se dice que murió ahogado intentando abrazar la luna reflejada sobre el agua del río Yangzi, Li Bai lleva la tópica convencional de la tradición poética china en territorios inéditos y muy personales, marcados por un uso brillante del verso y la imagen. En sus poesías se destila la pasión por la amistad, la fusión casi mística con la naturaleza, la errancia, la libertad y la independencia personal, al margen de todo vínculo convencional. Aunque Li Bai es uno de poetas chinos más preciados y traducidos, es un excéntrico irrepetible, un heterodoxo que deja una huella indeleble.
Zhuangzi莊子. La obra que tradicionalmente se atribuye a Zhuangzi constituye una verdadera excepción en el panorama intelectual y cultural de la China antigua, tanto desde un punto de vista formal ―en cuanto al modo en que se concibe, expresa y cristaliza su pensamiento― como desde el contenido ―se trata de un texto que no encaja en ninguno de los moldes ordinarios con los que se forjaron las principales corrientes ideológicas de la época―. Frente a los valores morales, políticos y sociales vigentes de la época, establecidos en gran medida por las doctrinas confucianas, núcleo ideológico de la cultura tradicional, la propuesta de Zhuangzi encarna un planteamiento radical, y por ello marginal o periférico, donde la libertad y la emancipación participan en la imaginación de un individuo y de una sociedad alternativas.
Han Fei 韓非. Su obra se impone como tarea describir y comprender las estructuras del poder, sin ambages ni distorsiones, en su desnudez más descarnada. Dotado, como Zhuangzi, de una enorme destreza literaria, no exenta de humor negro y corrosivo, los escritos atribuidos a Han Fei permiten vislumbrar los mecanismos fundamentales de la dominación absoluta. Por su versión amoral, cuando no propiamente inmoral, de la vida política e incluso de las relaciones interpersonales, su obra, pese a que jamás dejó de ser leída con fruición y provecho, fue apartada con severidad desde las posiciones confucianas, al servicio ya de unas instituciones imperiales que no podían permitirse esa mirada franca sobre el poder.
Matrícula: 65 €.
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